Cesta y navaja juegan un papel fundamental en la recolección de las setas tanto en los bosques como en los prados de nuestras sierras.
La cesta, por empezar por uno de ellos, es el contenedor ideal para las setas que vamos recolectando. Su tejido natural sea de mimbre u otras fibras naturales debe ser relativamente holgado, no debe ser impermeable permitiendo el paso del aire entre sus fibras, puesto que una de las finalidades de emplear este tipo de contenedor es que las esporas de las setas recolectadas puedan caer entre las fibras “sembrando” los espacios por los que nos movemos con la posibilidad de futuros ejemplares.
Esa razón es la que no solo desaconseja si no que hace ilegal en algunos lugares el uso de las bolsas de plástico para ir acumulando los ejemplares que recolectamos. Además, si nuestra finalidad es el consumo, podemos aseguraros que las setas, dentro del ambiente húmedo que crean en el interior de la misma bolsa de plástico, sufren un proceso de “cocción” a baja temperatura que les hace perder gran parte de sus propiedades organolépticas en cuanto a textura y sabor para cuando has llegado a casa.
Como debe ser tu cesta.
Nuestra experiencia nos dicta que la cesta ideal para las setas es sencilla, sin tapas ni espacio divisorios en el interior y por supuesto fabricada con materiales naturales. El mejor ejemplo es del tipo que os mostramos en la fotografía. En los pueblos de nuestras sierras encontrarás fácilmente establecimientos con variedad de modelos en materiales rústicos y precios razonables.
El tamaño de la cesta es algo también muy personal. Lo principal es que te la imagines llena hasta arriba ¡y luego te imagines a ti mismo acarreándola ladera arriba y ladera abajo! Escoge una cesta que te resulte cómoda de transportar y que no te haga llegar a casa con agujetas en los brazos.
Además las cestas muy profundas puedan hacer que las setas se aplasten por su propio peso acumulado así que las de “boca ancha” mejor que las estrechas y profundas.
Yo personalmente tengo una cesta que me acompaña desde hace 28 años, la compre en un mercadillo en la Sierra del Cadí de Catalunya y ha hecho su trabajo por sierras y montes de toda España. Durante estos años, el único trato especial que ha recibido es que cada año al empezar la temporada le doy por la parte inferior (sin que llegue a notarse en el interior de la cesta) un poco de la misma grasa de caballo con la que impregno las botas para salir al bosque. Así, cada vez que la apoyo sobre la hierba o el musgo no se empapa tan rápidamente. Cuando llego a casa, una vez vacía también es importante guardarla en un lugar seco y sombreado para que pierda la humedad sin llegar a secar de golpe sus fibras.
¿Y la navaja?
El uso de la navaja es imprescindible para recolectar las setas. Buena parte de las especies de interés (níscalos, llanegas, cardo, negrillas y capuchinas) se deben cortar por su píe -es obligatorío en las zonas protegidas de nuestras sierras-, pues así no se daña el micelio ni la estructura del suelo donde se desarrolla el hongo. Eso sí para recolectar algunas especies es conveniente incluso necesario el extraerlas completamente del suelo para su correcta identificación. En esos casos el uso cuidadoso de la navaja alrededor de su píe también puede ayudarnos a extraerlas intactas conservando el suelo que las rodea mejor que si simplemente “las arrancamos”.
Desde hace unos años es posible encontrar tanto en los comercios como en Internet un gran número de modelos de navajas micológicas que, además de una hoja curva adecuada para su fin, incluyen un pequeño cepillo para limpiar las setas a medida que las recolectamos y en muchas ocasiones también una pequeña escala para comprobar el tamaño de los ejemplares pequeños. Las podréis encontrar con funda, con un pequeño sistema para colgarlas del cinturón o sin esos complementos; y adquirirlas en los comercios habituales o directamente a través de Internet.
Si tenéis ya una navaja “normal” que os resulte cómoda, también servirá siempre que cumpla unas características comunes con las anteriores:
Nunca debéis emplear una navaja con marcas de óxido en la hoja o en sus partes metálicas. Por supuesto deben tener un buen afilado para que corten los tejidos del hongo y no los desgarren.
Las navajas de hoja muy grande, además del píe de las setas pueden dañar los micelios y el suelo que las rodea, por lo que las pequeñas y medianas son más adecuadas.
Es importante que las navajas sean de fácil apertura y cierre por comodidad y seguridad pero es más importante aún que no puedan abrirse casualmente en el bolsillo donde las guardamos (por razones obvias).
El resto del equipo del aficionado a las setas lo dicta el sentido común: calzado cómodo e impermeable, ropa de abrigo (y también impermeable por si acaso), mapas de la zona donde vamos si no la conocemos y sobre todo sentido común y respeto por el medio ambiente. Con eso y un poco de suerte, ya estamos preparados para el inicio de la temporada.